Dos lagartijas tomaban el sol, encima de un alto muro. Una de ellas dormitaba, amodorrada por el calor. La otra estaba intentando atrapar con su larga lengua los mosquitos que danzaban cerca de ella, cuando vio a un ciervo que salía del bosque cercano. La lagartija se olvidó del banquete que los mosquitos le ofrecían y se puso a admirar al ciervo, pues le llamaba la atención su porte regio y su imponente cornamenta.
Contemplando al hermoso animal la lagartija se sintió descontenta de su suerte y comenzó a quejarse.
- ¡Qué destino tan terrible el de nosotras las lagartijas! - le dijo a su amiga -. Vivimos, es verdad; pero este vivir no es más que un vegetar. Nadie se fija en nosotras; a nadie llamamos la atención. ¿Por qué no habré nacido ciervo?
Pero la lagartija interrumpió bruscamente su discurso al ver que una feroz jauría salía del bosque y atacaba al ciervo. Éste se lanzó a la fuga, pero uno de los perros consiguió saltar a su cuello; cayó al suelo el ciervo, y los perros lo mataron.
Entonces, la lagartija que había estado dormitando le dijo a la otra:
- ¿Aún te cambiarías por ese ciervo? Todo el que sobresale en algo tiene muchos enemigos. Yo creo que vivir modestamente, ignorado del mundo, tiene también sus ventajas.
Y así diciendo, la lagartija volvió a cerrar los ojos, y siguió dormitando al cálido sol del mediodía.
La lagartija que primero había hablado se quedó pensativa y callada. Se tragó una mosca que se puso a su alcance y, de pronto, se sintió muy contenta con su suerte, ya que podía reposar tranquila, en lo alto de un muro, dándose ricos banquetes de mosquitos y de moscas, sin tener enemigos ni a nadie que la envidiara.
Tomado de: http://desvan-lectura.blogspot.com/2011/12/lecturas-de-fabulas-para-segundo-ciclo.html
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