El hombre caimán es una leyenda de
la costa norte de Colombia. La popularísima canción colombiana "Se va
el caimán" de Crescencio Salcedo, también tiene su origen en este relato.
Este es el caimán,
este es el caimán,
que dice toda la gente.
Este es el caimán, este es el caimán,
un caimán inteligente.
que dice toda la gente.
Este es el caimán, este es el caimán,
un caimán inteligente.
Sí, mi amigo. Esta historia
empezó aquí mismo. Y el que es hoy el hombre caimán se sentaba allí, donde está
usted ahora dispuesto a tomarse un vaso de ron, un queso y por último, su plato
de arroz con coco.
Miraba siempre hacia la orilla
opuesta del río y cuando adivinaba la presencia de alguien al otro lado,
apuraba su arroz y desaparecía en el agua. ¿Que por qué hacía todo esto? No se
desespere, amigo, termine de tomarse su ron y escuche, que este cuento apenas
lo empiezo.
Es una historia de amor, como
todas, con la diferencia que el hombre salió mejor librado que cualquiera, a
pesar de todas las adversidades. Así que si va a pedir otro trago, hágalo de
una vez, que yo aquí empiezo mi relato y no paro hasta el final.
Un hombre, alegre y despreocupado,
viajaba continuamente de Pinillos a Magangué vendiendo toda suerte de alimentos
y frutas hermosas. A grandes voces y en medio del jugueteo entre él y las
gentes de por aquí, el hombre divertía a todos con sus historias absurdas de
cómo adquiría los productos, hasta el punto de convencer a los compradores de
que lo que se llevaban eran objetos maravillosos.
Una tarde, mientras anunciaba a
gritos la venta de unas naranjas que, según él, poseían las esencias del amor
eterno, descubrió para su fortuna la presencia de una bella mulata con el pelo
recién enjuagado que caminaba despreocupada. El hombre entabló conversación con
la muchacha y rápidamente, ambos se vieron profundamente atraídos.
Ella se llamaba Roque Lina y era
la hija de un severo e inabordable comerciante de arroz. Sus
hermanos, que jugaban el secreto papel de vigilantes de los pasos de la
muchacha, al darse cuenta de que Roque Lina era atraída cada vez más por las
frases pomposas del hombre, dieron la voz de alarma a su padre.
Así pues, amigo, cuando el hombre
apareció como de costumbre con sus alaridos y sus productos de otro
mundo y se precipitó feliz a saludar con canciones a su querida Roque Lina, se
encontró frente a la presencia poco amable de su imposible suegro. “Aquí el que
vende soy yo”, le dijo tajantemente el padre. “Y mi hija no es arroz. Así que
puede irse con su música a otra parte, antes de que tengamos problemas. ¡O yo
no sé!”. Y sin agregar una palabra más, tomó a Roque Lina del brazo y la
arrastró con él.
Fue desde ese momento cuando el
hombre empezó a venir todos los días a esta tienda, a pedir el mismo ron, el
mismo queso y el mismo arroz con coco y a mirar hacia el río. ¿Por qué?
Rápidamente lo fui entendiendo: aquí los hombres se bañan en esta orilla. Hacia
la mitad de la corriente hay un remolino y al otro lado se bañan las mujeres.
Asimismo, aquí la gente va a la necesidad en el agua y se cobra un centavo por
todo. ¿Qué pasaba? Pues nada más que el hombre se había puesto de acuerdo con
Roque Lina para que cuando ella fuera a bañarse, él atravesara el río a nado y
fuera a visitarla.
Usted estará preguntando cómo
haría el hombre para atravesar aquel remolino, que a primera vista se adivina
no apto para seres humanos. Pues aquí es donde reside elsecreto de la
historia. El hombre terminaba de comerse el arroz, se metía al agua y poco a
poco, su cuerpo se iba corrugando, sus brazos se encogían en pequeñas patitas,
sus piernas se unían en una agitada cola y cada uno de los granitos de arroz
que se había comido se iban transformando en una hilera de dientes filudísimos,
hasta quedar convertido en un expertísimo caimán nadador.
Así el hombre caimán atravesaba
ágilmente el remolino y luego de violentos chapoteos, lograba llegar hasta
donde Roque Lina, quien ansiosa lo esperaba para ir a descubrir con él las
profundidades secretas del río. El hombre venía aquí a diario, bebía y comía su
eterna ración y se lanzaba en su viaje reptil donde su amada Roque Lina. Esta
visita permanente fue poniendo alerta a todos los pescadores de la zona.
Una mañana, uno de los hermanos
de Roque Lina alcanzó a percibir la cola desenfrenada del hombre caimán
rompiendo el remolino y de inmediato dio la voz de alarma. Todos los pescadores
de Magangué se dieron a la caza del caimán. Pero cualquier esfuerzo era inútil.
Mientras más obstinados eran los hombres tratando de aniquilar al animal, más
ágil se volvía el hombre para llegar hasta la orilla de Roque Lina.
Tómese el otro roncito, amigo,
que esta historia ya se precipita a su final y tiene que prepararse para lo que
sigue. ¿Me va siguiendo….?
El papá de Roque Lina, hombre
ostentoso y sediento de fabricarse su propio orgullo, ubicó con exactitud el
sitio por donde el caimán solía nadar y organizó un cerco para atraparlo.
Una mañana, un buen número de
pescadores navegaron afanosamente por estos parajes, buscando sin descanso al
caimán, comandados por el padre de Roque Lina. Mientras esto sucedía, el hombre
de nuestra historia, sentado allí donde usted está, terminó su ron, su queso y
su arroz y se fue de aquí. ¿Hacia dónde iba si todos lo buscaban? Luego lo
supe: el muy vivo se echó al agua mientras todos estaban en su búsqueda, nadó
agitadamente hasta el barco del papá de Roque Lina y de una, se devoró todo el
arroz que encontró. Acto seguido, buscó a su amada que dormitaba en el muelle.
Suavemente la acomodó sobre su espalda y sin despertarla, se alejó con Roque
Lina en silencio.
Nunca volvió a saberse de ellos.
Pero, desde ese día, todos los hombres de por aquí esconden temprano a sus
mujeres y se apuran a comerse todo el arroz que tengan en la olla, antes de que
el hombre caimán venga y haga desaparecer mujer y granos.
Este es más o menos el cuento,
amigo. Lo bueno es que por aquí, desde esos días, se canta un merengue que
dice:
Esta mañana,
temprano,
cuando bien me fui a bañar,
vi un caimán muy singular
con cara de ser humano.
cuando bien me fui a bañar,
vi un caimán muy singular
con cara de ser humano.
Ya se da cuenta por qué es. Lo
único que no puedo brindarle, amigo, es su plato de arroz con coco. Por estos
días, no sé por qué, ha estado escaso por aquí. Pero. . . ¿no quiere que le
cuente otra historia?
Ver otra
versión del cuento
Tomado de: todacolombia.com/folclor/hombrecaiman.html
nome diga :>
ResponderEliminarwow no me diga que es asi :> :3
ResponderEliminarMe gusto la leyenda :°
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